Hace casi un año, una conocida y cuestionada
organización, se hizo cargo del Perú. Entre las diferentes
ligerezas que realiza en el país, su actividad principal es el
histrionismo por lo que dicha corporación ha venido preparando
cuidadosamente un espectáculo circense, para causar sensación en
la población por donde se presente. Arreciaron algunas duras
críticas por la calidad de algunos de los actores contratados,
pero los organizadores han reconocido sus errores,
desembarcándolos y catalogándolos de “infiltrados”, han pedido
disculpas al pueblo peruano con lo que el proyecto circense se
ha afianzado y finalmente se acordó que la primera función sería
en la ciudad de Piura.
La trama del espectáculo histriónico estará
íntimamente relacionada e identificada con el lugar donde se
presente, lo que ha motivado mucha expectativa ante los cándidos
espectadores. Esta virtud es plausible de aplaudir y reconocer,
lo que indiscutiblemente asegura el éxito de los comediantes.
Los promotores de esta actividad circense, han
prometido visitar todos los rincones del Perú y la ciudad de
Piura, desafortunadamente, tuvo el privilegio de ser la primera
en ser visitada.
La novedad de este circo, es que los payasos
actuarían libremente, esto es sin utilizar la clásica carpa de
colores sostenida por enormes y pesadas columnas de fierro. Nada
de eso. Además, los organizadores, para que la chacota sea
fenomenal, aceptarán sugerencias y necesidades del gentío para
incorporarlos en ese momento al espectáculo para el mejor éxito
de la distracción.
Inmediatamente que los histriones llegaron a
Piura se instalaron en la oficina de la desaparecida prefectura
y aquí realizaron su primera fábula, con guión dirigido
especialmente a los alcaldes venidos de todos los rincones del
departamento. La idea era informar y persuadir a los
burgomaestres para que regresen a sus pueblos y cuenten las
buenas nuevas. Cuando terminó esta función, algunos alcaldes, ya
fuera del local, seguían riéndose de la hilarante ingeniosidad
del sensacional payaso.
Luego la compañía trasladó la bufonada a una
plaza pública con función gratuita para todo el populacho, que
se desmuelaban de la risa por las ocurrencias del actor
principal, un fornido payaso, que por sus movimientos corporales
hacía recordar a un ex-dictador que usaba un antojado
mini-bigotito debajo de su moquienta nariz.
Pero el pasatiempo también llegó a Sullana
causando sensación por la gran actuación de su actor principal,
el hazmerreír, que con sus mensajes delirantes y casi mesiánicos
mataba de risa a tanto incauto que asistió a la función y que al
final muy felices fueron a contarle a su mujer semejante
vacilón. Pasados los días esos ingenuos sullaneros, ya más
razonantes, no se explican de cómo se dejaron embaucar por tan
especial payaso. Pero para su consuelo, dicen, que ese día la
pasaron bien, se olvidaron de sus problemas y que nunca rieron
tanto y gratis. “Jerry Lewis y Cantinflas hacen dar cólera en
comparación de nuestro payaso peruano” dijo, Giacomo Salvatore,
un amigo que vive en la calle Córdova 1025, añadiendo “bueno, es
preferible morirse de risa... que de hambre,¿no?”
Finalmente, la compañía circense, ese sábado por
la mañana, antes de enrumbar a Lambayeque, se presentó en la
catedral de Piura, con el beneplácito del obispo local, que
hasta hoy se sigue balanceando con las chuscadas de tan popular
y desatinado payaso.
Terminadas las presentaciones programadas en
Piura, Sullana y Morropón, el casi cantinflesco personaje y sus
promotores, se mandaron cambiar a Chiclayo, dejando
boquiabiertos a los piuranos.
De todas maneras, el espectáculo es tan
interesante, que los pobladores de los valles de Monzón, Tingo
María y Huánuco vienen exigiendo su pronta presentación en estos
lugares, donde serán recibidos, seguramente, con bombos y
platillos.