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 EL TALLÁN INFORMA         Nº 11 - 2º quincena de agosto 2007

LXVIII ANIVERSARIO DEL

COLEGIO SANTA ROSA DE SULLANA

DISCURSO PRONUNCIADO POR DON RODOLFO CRUZ MERINO AL CONMEMORARSE LOS 50 AÑOS DE FUNDACIÓN DEL COLEGIO SANTA ROSA

BREVE HISTORIA DEL COLEGIO SANTA ROSA

PROMOCIÓN XIV   -   PROMOCIÓN XXXIV

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DISCURSO PRONUNCIADO POR DON RODOLFO CRUZ
MERINO EN OCASIÓN DE CONMEMORARSE LOS 50 AÑOS

DE FUNDACIÓN DEL COLEGIO SANTA ROSA

El hecho de que nos encontremos esta noche congregados aquí me hace pensar en la parábola evangélica del grano de mostaza, "que tenía un hombre, y lo echó en su huerto y se hizo árbol grande. . .". Hoy ese árbol cumple 50 años y casi toda la familia marista sullanera, se encuentra en él cobijada. Padres con sus hijos y sus nietos. Padres simplemente, de cabello encanecido, con sus hijos ya hombres, y personas que sin importarles su edad avanzada, han querido venir a dar testimonio personal de gratitud, reconocimiento y aplauso, a ese trinomio educativo, a esa embajada marista fundadora del colegio Santa Rosa de Sullana. A ellos, que como tres mosqueteros de María Santísima, reina de los cielos, vinieron en sagrada misión, para "allanar y preparar el trabajo sacerdotal de las almas", a nombre de la familia marista les digo: ¡Bienvenidos hermanos!.

El año 1939, fue el año de inicio de la: segunda gran guerra mundial, y en que parte del puente metálico sobre el río, es destruido por el embravecido Chira. Ese año, es fundado el colegio Santa Rosa. Los hermanos Eugenio María, Plácido David y Pablo Roberto, son los adelantados maristas fundadores. Los recuerdos nos bullen, a quienes ocupamos las aulas del colegio, en esa antigua casona en la plazuela de la Estación. Era el tiempo, en que las gentes tarareaban la tonada de moda, "Allá en el rancho grande", y los jóvenes lucían como atuendo de elegancia, los pantalones de golf.

El hermano Eugenio María (su nombre: Domingo Barnils y Massat), fue el director de la fundación. Hijo de la tierra donde se baila la alegre sardana, entrega todo su entusiasmo y religiosidad a su obra. Quienes hemos recibido sus enseñanzas, reconocemos en él al Maestro magnífico, enérgico y polifacético. Fue el centro de esa constelación que supo saturar el entorno de espíritu mariano. Es el educacionista que maravillosamente interpreta la frase del abate Champagnat: "Educar al niño, es darle los medios de adquirir toda la perfección de su ser; es hacer del niño un hombre completo". Era el guía, que invitaba a la polémica constructiva, que luego nos arrastraba en una vorágine de buena lectura. No solamente fue Director: fue el planificador de la obra arquitectónica del local que actualmente ocupa el Colegio. Fue profesor de brillantez magnética e irradiante enseñanza. Maestro de pintura expresiva y de dibujo. Expositor incomparable de narraciones hagiográficas y director de masas corales. Su currículo es vasto: Jauja, Huacho, Cajamarca, Barranco y San Isidro, recuerdan su pasaje fructífero, su labor infatigable de soldado de Cristo, su entusiasmo contagioso y su clarificadora docencia. Por entonces el profesor Serrano visitaba Sullana y ofrece al alumnado santarrosino, en el local de la escuela José Cardó, un recital poético.

Era la época, cuando quedamente repetíamos los "Veinte poemas de amor" y aquel verso de Pemán, que dice así: ". . Mis vasallos Señor, contra mi se volvieron, y yo he sido el vasallo y los señores ellos. Yo les vendí mi cetro y mi corona, por un mezquino precio. .  por una voz suave, por unos ojos bellos. .".

El nombre del hermano Plácido David, es Hilario Marín del Barrio.

Nació en Soria, la brava tierra numantina que prefirió las llamas a la rendición. Ingresa al juniorado de Vich -país del filósofo Jaime Balmes- partiendo de misionero a Santiago de Chile, en 1922. En 1980 pasa al Perú, y en Jauja, junto con el Hermano Eugenio, fundan el colegio seminario de San Antonio. Es el cofundador del colegio Santa Rosa y desde que llega a Sullana, se siente enraizado a ella, como un árbol más de nuestro tablazo. Ha dejado su estela de amor, trabajo y docencia, casi en todos los colegios maristas del Perú. Ha sido el impulsor de la editorial F.T.D., convirtiéndose en el relacionista de la congregación e infatigable obrero del orden. Es el maestro cuyo apostolado lectivo, aún no termina. Es el reconciliador por excelencia. No ha sido un mero dador de esperanzas, sino un conductor y realizador de las mismas. Yo me siento muy unido a él. No solamente porque fue mi profesor desde el cuarto de primaria, hasta terminar la media, sino también, porque nacimos, aunque en diferentes años, el mismo día y a la misma hora, en el mes de mayo.

El benjamín de esta trilogía fundadora, hoy es el gran ausente. "Nos precedió con el signo de la fe y duerme ya el sueño de la paz". Me refiero al hermano Victorino Elorz Goicochea, para nosotros, hermano Pablo Roberto. Fue navarro, pero prefirió el algarrobo al roble de Guernica. Era el piñón de ataque, el cascabel poliédrico y alegre, que se entreveraba en los recreos con el alumnado. Lo buscábamos, tentándolo a la discusión ilustrativa, que bien podía ser filosófica, naturalista o deportiva. El museo de historia natural del colegio, fue construido por él, y en su afán por conseguir piezas, viajó al Angolo acompañado de un sacerdote pasionista. Observó la flora y fauna del ecosistema, y en éste, su único viaje, logró abatir un venado de seis puntas.

Nos tocó vivir el conflicto de 1941, y no sólo en las aulas recibimos lecciones de patriotismo, sino que participamos en desfiles marciales, y el alumnado en pleno, acudió a recibir al Regimiento de Caballería Nº 7, que regresaba triunfante de la campaña y con varios héroes. Uno de ellos, el capitán Alfredo Novoa Cava. Era cuando bulliciosamente gritábamos: "¡Tumbes, Jaén y Maynas, ni de vainas! . . . ¡Guayaquil y Quito, muy poquito!".

Así como el año 1983 fue de lluvias copiosas, hoy aquí, en este claustro santarrosino, han llovido los recuerdos inundándonos con sus aguas. Todos los que vivimos aquellas épocas, tendremos que recordar, cuando con uniforme dominguero -camisa blanca y pantalón azul- llevábamos bordadas en el bolsillo dos letras: S.R., lo que hacía que algunas alumnas ursulinas nos gritaran: "Somos rateros ", a lo que nosotros replicábamos: "Somos Urracas", haciendo referencia a las iniciales que ellas lucían y a la afición de aquellas aves. Debe parecemos que fue ayer, cuando la "voz de clavel varonil" -diré, como dice García Lorca- de Mario Vargas Rey, retumbaba en los patios recitando: ". . . Ya viene el cortejo . . . ya viene el cortejo. La espada se anuncia con vivo reflejo. . .", o nos deleitaba con su musicalidad incomparable, entonando "O Sole mío", "Torna Sorrento" y "Una furtiva lágrima".

Quisiera seguir glosando brevemente, la vida de otros Hermanos que han pasado por esta alma mater . . . Los hermanos: Narciso, Santiago, Pedro Guido, Lorenzo, Dionisio, Anselmo, José, Juan, y tantos otros más, sin dejar de mencionar al hermano Tomás García Rabanal, que rescató y reconstruyó el Colegio, luego de pasajera borrasca.

Diré como Emilio Castelar: "Voy a terminar. . . debo acabar", pero antes, permítaseme hacer una enumeración recordativa:

Siempre tendremos presentes, al padre Lucas Zarandona, párroco de entonces; al primer obispo de Piura, monseñor Fortunato Chirichigno; a la madre Loyola y sus colaboradoras ursulinas, todos, grandes amigos del colegio. Al releer el órgano informativo de entonces, la revista "Cultura y Acción", nos acordaremos de cuando nos enseña- ron algunas canciones, como "El gondolero", "La dicha del labrador", "Bateleros del Volga" y ese himno deportivo cuya letra dice: "De Sullana los bravos muchachos, que en las lides sabrán demostrar. . ." Evocaremos la fatídica chasca, ese aparatito tronador que sabía hablar y decir "bien o mal "; los paseos de contrarios; los partidos de básket contra el aguerrido "Longo" de Querecotillo; las clases durante todo el año por las mañanas y por las tardes, al igual que los sábados medio día; los exámenes finales, cuando venían examinadores desde Piura, procedentes del colegio San Miguel, con el temido cabo Nolte a la cabeza, y las extensas tareas de vacaciones, que nos hacían pitear y que ahora comprendemos, cuánto bien nos hicieron. En 1945, finaliza la guerra. . . es cuando comienza a brotar el romántico bolero".

En la parte espiritual: los diarios exámenes de conciencia; el rezo del santo rosario todas las tardes, y las veces en que, de rodillas, ante la Virgen le hemos musitado: "Dios te Salve Reina y Madre, Madre de misericordia . . .". Muchos de nosotros nos hemos casado en la capilla del colegio. Otros, habrán celebrado sus bodas de plata matrimoniales, y así continuará el ciclo en nuestros hijos, recordando siempre la educación que los hermanos maristas de la enseñanza nos supieron impartir.

Hay muchísimos ex-alumnos que no han podido venir por tantas razones, pero ellos sienten y practican, el abolengo de ser ex-alumnos maristas. Felicito al comité organizativo de estos festejos, que han reverdecido nuestras reminiscencias, y agradezco la inmerecida designación de que he sido objeto. Inmerecida, porque comprendo que hay ex-alumnos con más representatividad y capacidad que yo.
Abrazo y agradezco con sinceridad a todos, y como nos decían nuestros profesores al final de una jornada: "¡Alabado sea Dios!", y nosotros contestábamos al unísono: "¡Por siempre sea alabado!".

Para terminar diré, como el poeta Parra del Riego, que en uno de sus polirritmos, canta: "¡Palomares. . . palomares, de los cálidos aplausos populares.. .!", y aunque todos ellos han sido laureados con las palmas magisteriales, yo suplico e invito a la concurrencia, a ponerse de pie para tributar un aplauso estentóreo y prolongado, a todos los hermanos maristas fundadores. . .

* Este discurso fue publicado en el texto “LIBRO DE ORO, SANTA ROSA 50 AÑOS 1939-1989”, bajo la dirección de don Benjamín Zapata Serra. Fecha de publicación, agosto de 1989.

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